"Eterna
Semana Santa".
A
pesar de que el calendario fija unas fechas para la Semana de Pasión,
en municipios como Huelma esta celebración y los sentimientos que
conllevan se extienden todo el año
Huelma
es cofrade. Y lo es porque la mayoría de sus habitantes siente
profundamente la Semana Santa y la vive todo el año. En nuestra
localidad pertenecer a una cofradía va más allá de procesionar por
las calles del pueblo una vez al año, o de visualizar a su imagen
titular cuando nos sentimos solos y perdidos o cuando queremos darle
gracias por lo bueno que tenemos... ser cofrade supone trabajar todo
el año, codo a codo con “nuestros hermanos”, por el bien de la
cofradía; emocionarse con una marcha procesional, aunque ésta la
escuchemos en pleno verano o en Navidad; y pensar cada día en el
tiempo que queda para que llegue el Domingo de Ramos y comience esa
semana única para todos aquellos que la sentimos.
Tras
semanas intensas de preparativos, de nervios y mucho ajetreo, llega
el Viernes de Dolores, la fecha que nos señala que por fin nos
encontramos ante el momento señalado. Y tras este día, que las
autoridades políticas y sociales relegaron a un segundo o tercer
plano, amanece el casi siempre soleado y caluroso Domingo de Ramos.
Huele a palma y a olivo, y aunque no sea visible, la atmósfera
parece teñirse de verde cuando la agrupación musical de la cofradía de San Juan Evangelista tocan los primeros compases
de sus marchas procesionales. Son las 12.30 horas, las puertas de
nuestra Iglesia de la Inmacula Concepción se abren para dar paso a
la imagen de Jesús en su entrada en Jerusalén portada por el cuerpo
de costaleros de la hermandad; seguidamente, la apreciada imagen de
San Juan Bautista hace acto de presencia y, como ya pasara minutos
antes con Jesús en la borriquilla, los huelmenses allí reunidos
rompen en un aplauso de júbilo y emoción. El séquito que acompaña
al Señor y a San Juan procesiona con sus trajes de gala por las
calles que conforman el recorrido oficial. Tras el domingo de Ramos,
en el que “quien no estrena, sin manos se queda”, llega el Lunes
Santo, un día en el que se ha consolidado con el paso de los años
la costumbre de subir a la Iglesia a las confesar con alguno de los
párrocos llegados hasta Huelma con este fin. El Martes Santo, los
huelmenses se preparan para vivir la procesión más espiritual de
nuestra localidad, y por tanto la más cercana al sentido religioso
de la Semana de Pasión. Ataviados con túnica negra y una cruz al
hombro, decenas de personas, la mayoría de ellas jóvenes, recorren
las silenciosas, y en ocasiones frías y oscuras, calles del pueblo,
rompiendo únicamente su reflexión interior en cada una de las
estaciones de penitencia. El Vía Crucis de la cofradía Penitencial
de la Santa Cruz contagia a los viandantes del sentir de recogimiento
y fe propio de este episodio de nuestra Semana Santa.
El
Miércoles Santo, la Plaza de la Iglesia vuelve a llenarse de
huelmenses que esperan expectantes la salida de las imágenes
titulares de la cofradía del Santísimo Cristo de la Expiración,
Señor de la Humildad y María Santísima del Calvario, “los rojos”
como son conocidos en la jerga popular. Con esfuerzo y mucha
constancia, los costaleros de esta hermandad logran superar el
escollo de la puerta de nuestro templo y con todo el cariño del
mundo portan al señor y a la Virgen en su paseo procesional por
Huelma. Acompañándolos, su banda de tambores y cornetas y los
hermanos de esta cofradía.
Llega
el cenit de la Semana Santa, el Jueves Santo, inicio de la Pasión de
Cristo. A las 18.00 horas de la tarde, nuestra parroquia vive uno de
los momentos más importantes del año, la misa de la Santa Cena. Los
feligreses llenan el templo durante la liturgia y posteriormente el
exterior de éste para contemplar una tarde más la salida de las
imágenes portadas por sus respectivos costaleros y costaleras. La
emotividad hace acto de presencia cuando a través de la Puerta de
nuestra parroquia aparece la bellísima talla de Nuestro Padre Jesús
Cautivo de las Penas, y tras él, la también querida por todos los
huelmenses, Santísima Virgen de la Esperanza. Si el tiempo lo
permite, ambas imágenes, acompañadas de su agrupación musical, procesionan por las calles de la localidad. La noche del
Jueves al Viernes Santo la Iglesia acoge a los adoradores nocturnos,
que rezan al santísimo durante gran parte de la madrugada.
El
silencio de la noche huelmense se rompe muy pronto con las marchas de
la banda de tambores y cornetas de la cofradía de Nuestro Padre
Jesús Nazareno, que pasean por el pueblo anunciando a los cofrades
que se acerca la hora señalada, las 6 de la madrugada. El camino de
la Iglesia se tiñe de morado al paso de decenas de personas que
suben hasta allí con sus túnicas de este color. Cuando el cercano
reloj de la plaza toca las seis en punto, los costaleros del Nazareno
se disponen con emoción a levantar el pesado trono y sus imágenes.
La salida del Señor a la Plaza llena de lágrimas los ojos de muchos
de los presentes, y es que a la emotividad propia de la aparición
de las imágenes por la puerta del templo se le suma la magia que
aporta la noche. Nuestro Padre Jesús Nazareno cumple la primera
etapa de su recorrido procesional por las oscuras calles del “pueblo
arriba” hasta llegar nuevamente a la Plaza de la Iglesia, donde
María Santísima de la Amargura espera el encuentro con su hijo
(hace algunos años, este esperado momento se realizaba en la Plaza
de España). Nuestro párroco, Don Manuel, pronuncia unas palabras
sobre este episodio de la pasión. Tras lo cual, se sueltan unas
palomas y una cofrade de la hermandad canta unas saetas tanto al
Señor como a su madre. Los tronos siguen su recorrido ya de día.
Cuando la procesión está muy cerca de encerrarse y el cansancio
hace mella en costaleros, banda y hermanos, hay que enfrentarse al
duro tramo de la calle Umbría; desde hace varios años, los
costaleros de ambos tronos suben la cuesta corriendo y al llegar
arriba se colocan en paralelo con símbolo de hermanamiento antes de
volver a entrar en la Iglesia.
El viernes por la tarde, y tras la
celebración de los santos oficios, llega el momento de la procesión
del Santo Entierro. Una treintena de hombres del pueblo, que forman
parte del cuerpo de costaleros del Corpus Christi, portan al
Santísimo Cristo Yacente que va acompañado de cofrades vestidos de
negro y amarillo y por la agrupación musical 'Sebastián Valero' de
la localidad. Una vez que se encierra esta procesión, alrededor de
las doce de la noche, se inicia el precioso desfile penitencial de La
Soledad. María Santísima de los Dolores pasea su dolor por las
calles con más solera del “pueblo arriba” acompañada de sus
portadores, los hermanos de la cofradía y la Banda de Música Santa
Cecilia de Cambil. Una de las tradiciones de esta hermandad
penitencial es la recolecta mediante una bolsa de caridad de dinero
para los más necesitados.
El
sábado por la noche, los huelmenses celebran la resurrección de
Cristo en una misa en la que el fuego nuevo del Señor se representa
con una hoguera en la Plaza de la Iglesia, en la que los feligreses
encienden sus velas haciéndose partícipes de la buena nueva.
Huelma
celebra el domingo de resurrección de una manera muy particular,
reuniéndose con familiares y amigos bajo el pretexto de comerse el
tradicional hornazo y dando así por finalizada la semana más
intensa del año en nuestra localidad, que como ya dijéramos al
principio, su emoción se extiende al resto del año.
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